Ciudades de alquiler, apartamentos turísticos sin control en el centro, calles abarrotadas de gente…son algunas de las consecuencias menos amables del turismo. Un sector que está registrando cifras históricas y que a la vez ha puesto en pie de guerra a una parte de vecinos y activistas que temen que la calidad de vida de su municipio empeore. Es lo que se ha venido denominando recientemente como ‘Turismofobia’.
Recientemente la prensa internacional se hacía eco de varios incidentes que han tenido lugar en Palma de Mallorca, Cataluña y otros puntos de España. Desde múltiples organismos se reclama un turismo ‘de calidad’, no de cantidad.
Ejemplo de ello es que algunos fines de semana Barcelona recibe a través de cruceros hasta 30.000 turistas, una cifra muy difícil de absorber y gestionar.
Se hace necesario por tanto tomar nuevas medidas que permitan controlar el flujo turístico y conciliar el turismo con la vida diaria de los ciudadanos españoles.
Publicidad negativa
La Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET) ya ha condenado los incidentes, a su juicio, podrían suponer un «importante freno» o incluso «rechazo» a la oferta turística española.
En un comunicado, la federación manifestó de este modo ante los recientes incidentes, que según apuntan se han «contagiado» al País Vasco y consideran «un peligroso precedente».
Los periodistas y escritores especializados en turismo recuerdan el histórico carácter hospitalario de España y la condición del turismo como una industria «limpia» que significa «su mayor fuente de ingresos».
Además, inciden en que las directrices de la Organización Mundial del Turismo, con sede en España, se encaminan a la gestión de un turismo más sostenible y respetuoso con el medioambiente y que reduzca el impacto negativo de las ofertas masificadas.
«El camino diseñado por la agencia de Naciones Unidas, debe servir de guía a las autoridades turísticas españolas para su intervención enérgica en la protección de nuestra principal fuente de ingresos», agrega la federación
