Starlite Marbella se rinde a la guitarra de Santana

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El mítico guitarrista mexicano desplegó todo su poderío en un impresionante espectáculo de más de dos horas y media ante un auditorio entregado en el que no cabía ni un alfiler. La guitarra de Carlos Santana colgó el primer “no hay billetes” de esta edición de Starlite en un concierto lleno de sorpresas.

La noche tenía todos los ingredientes de las grandes veladas musicales que Starlite le está brindando a Marbella durante los últimos veranos. La temperatura era ideal. La grada estaba completamente abarrotada. La gente guapa y popular comenzaba a llenar los palcos. Sobre las pantallas del auditorio de la cantera natural de Nagüeles se veía con claridad el mítico logo de Santana.

Las lucen bajan y comienzan a verse imágenes del histórico festival de Woodstock a finales de los 60 donde un jovencísimo Santana se consagra como una de las guitarras más importantes del planeta. La música en directo comienza a sonar y el guitarrista azteca aparece sobre el escenario con una energía y vitalidad arrolladoras para interpretar “Soul sacrifice”. Posteriormente suenan temas de su último disco en el mercado titulado “Santana IV”, el tardío sucesor de “Santana III”, que llegó a las tiendas el pasado mes de abril. El sonido de Santana es inconfundible y temas nuevos como “Love makes the world go round” o “Freedom in your mind” rápidamente calan entre el numeroso respetable.

Tras un inicio fulgurante encadenando tres canciones, Santana cogió el micrófono para dirigirse al público en uno de sus múltiples discursos en clave “new age”. El primero de ellos se limitó a un escueto “vamos a transformar, a iluminar y a elevar este mundo tan oscuro”. Pero poco a poco el guitarrista se fue calentando al igual que el público que disfrutó con temas legendarios como “Samba pati” “Corazón espinado” o el inmenso “Black Magic Woman”.

Carlos Santana estaba cómodo sobre el escenario marbellí. Lo demostró cogiendo otra vez el micrófono para recodar que ni siquiera el todopoderoso dueño de Apple, Steve Jobs, pudo comprar un segundo más de su vida con sus cientos y cientos de millones. Una soflama que acabó dedicando a todas “mis hermanas las mujeres”, para arrancar una ovación más del público con los primeros acordes del archiconocido “María, María”.

La primer sorpresa del concierto se desencadenó tras otra de las arengas del mexicano en la que afirmaba que “lo que más me gusta de España son los gipsys (gitanos)” para, acto seguido, invitar al escenario a la  gaditana Niña Pastori. La cantante, en todo momento arropada por Santana, interpretó “Angelitos negros” junto su guitarrista habitual bajo la atenta mirada del músico mexicano que no dudó un segundo en participar del mágico momento con su guitarra.

La segunda sorpresa de la noche fue otro homenaje a la música española pero esta vez con un marcado acento a blues encarnado en el guitarrista madrileño Javier Vargas. El líder de Vargas Blues Band hizo vibrar a los amantes más puristas de la guitarra con su interpretación junto a Santana de su hit “Sácalo”.

Tras levantar a todo el auditorio con el que parecía su último tema, el archiconocido “Oye como va” del mago del jazz latino Tito Puente, Santana volvió al escenario para cerrar su paso por Starlite Marbella con varios bises. El éxito extraído de su LP Supernatural “Smooth”, y el tema “Love, peace and happiness”, como colofón final previa presentación de todos y cada uno de los miembros de su banda.

Entre ellos destacaba la energía de su actual esposa y batería, colaboradora habitual de Lenny Kravitz, Cindy Blackman. Junto a ella también sobresalió el virtuosismo al bajo de Benny Rietveld, habitual junto Miles Davis, que también deleitó al público asistente con un aplaudido solo en el que se dejó caer por algunos ritmos andalusíes.

Una noche redonda en Starlite en donde se dieron cita varias personalidades del mundo de la televisión y el espectáculo como el músico cubano Chucho Valdés, los presentadores Pepe Navarro, Alejandra Prat y Agustín Bravo, junto a los siempre clásicos de la noche marbellí Gunilla Von Bismarck y su marido, el incombustible Luis Ortiz.

 

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