Santo Domingo es reconocida internacionalmente por el ambiente festivo que se vive en sus calles, plazas y en cada rincón. La máxima expresión de este espíritu festivo es durante su Carnaval. Se aprecia en sus atuendos y disfraces. En estos atuendos se mezclan elementos y tradiciones africanas que trajeron los esclavos que fueron transportados al Nuevo Mundo y las costumbres e indumentaria europeas de los colonos.
Según la documentación existente, en el S. XVI, más exactamente en el año 1520, ya había carnaval en la ciudad de Santo Domingo, para algunos investigadores, estas son las primeras manifestaciones del Carnaval en la Isla y en toda Latinoamérica. Se realizaba en lo que hoy se denomina “Ruinas de la Vega Vieja”. Cuentan las crónicas que en el mes de febrero de 1520, con motivo de la visita de Fray Bartolomé de las Casas, los habitantes del lugar se disfrazaron de “moros y cristianos”.
Los jóvenes estudiantes de la primera universidad construida en Latinoamérica, celebraron la festividad de Santo Tomás en 1780 vestidos con máscaras parodiando, como en nuestros días, a personajes de la esfera social y política de su tiempo. Más adelante en 1795, el carnaval se extiende a otras fiestas patronales: Santiago apóstol, carnestoledanas en la ciudad de Santiago de los Caballeros, cuyas manifestaciones hunden sus raíces en los tiempos de la colonia española.
Tras un lapso de algo más de dos décadas, período de la ocupación haitiana, con la llegada de la independencia, se reanudan estas fiestas, esta vez no asociados a festividades religiosas, si no que se convierten en verdaderos carnavales coincidiendo en las fechas con las carnestoledanas.
Se originaron también otros carnavales más pequeños, como el del día de la Restauración, que se celebra el 16 de agosto. En la localidad de Azua, el carnaval se celebra el 19 de marzo, con motivo de la celebración de la gran batalla con la que se inicia la independencia. De influencia africana, encontramos el carnaval “cimarrón”, el más conocido es el de Cabral. En fechas suele coincidir con Semana Santa. En las festividades, los diablos cojuelos vestidos con trajes de capa cubiertos de espejos, cascabeles y cencerros, ridiculizan a los señores y terratenientes, con los platanuses y otros disfraces netamente africanos, así como un sinnúmero de manifestaciones de la creatividad popular.
Esta fiesta popular de larga tradición, se celebra en víspera de la Cuaresma cuando los habitantes de Santo Domingo se disfrazaban parodiando las carnestolendas europeas. Hay noticia que desde el siglo XVI, ya hubo máscaras en la capital dominicana. Pero es con la República cuando esta tradición se revigoriza, son las gestas republicanas del 27 febrero de 1844 y del 16 de agosto de 1865, las fechas escogidas para celebrarlo.
El Carnaval Dominicano ha recibido importantes contribuciones tanto de las raíces africanas como de otros países. Se nota la fuerte influencia del Carnaval de Venecia, una influencia indirecta recibida a través de los carnavales de Río de Janeiro y Trinidad y Tobago. Dicha influencia se aprecia en la pomposidad de disfraces y máscaras, que cada año se reinventan para sorprender y llenar de magia, colorido y belleza las calles de las ciudades dominicanas.
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