Podríamos definir a Stuart Hughes, como el rey Midas de nuestros tiempos, no tanto porque convierta en oro todo lo que toca… si no más bien, porque convierte en exquisita extravagancia todo lo que cae en sus manos.
Durante tres años, este demiurgo del lujo, dio forma a una embarcación que hará las delicias de unos pocos. Construido en oro macizo, su valor está muy por encima de los 5.000 millones de dólares.
Se empleó aproximadamente 100.000 kgrs. De oro macizo, los cuales se distribuyen en el casco, cubierta y en las estancias del interior de la nave. Engastado en oro, plata y materiales nobles, bien nos recuerda a los palacios de sultanes descritos en narraciones y lejanas epopeyas. Un lujoso delirio que bruñe el mar con firmeza.
Debe ser un espectáculo ver los destellos de su casco al atardecer, cuando los rayos del sol acarician su proa. Una dorada joya, sobre un tapiz azul como el cielo, lanzando destellos acrisolados.
Como todo lo bello, no es excesivamente grande, tan sólo dispone de 30 metros de eslora. La nave no sobrecoge por su tamaño, si no por sus líneas e impactante presencia. History Supreme, así ha sido denominado, brinda a su ocupante singulares detalles como un gigantesco acuario de oro, botellas de licor de diamantes, paredes construidas con la osamenta de criaturas del Jurásico: restos de tiranosaurio rex pueden encontrarse en el camarote del armador, también se han usado rocas provenientes de galaxias por descubrir, meteoritos que han realizado un largo viaje y ahora descansan en las paredes de la nave.
Se dice, se comenta, se murmura… no sin cierto tono de envidia, que el afortunado propietario de este palacio marino, es Robert Kuok, magnate de Malasia. Kuok forjó su fortuna con el negocio del azúcar y ahora es el hombre más rico del país. En esta misma línea, le había solicitado a Hughes la creación de una aeronave también de oro, pero lamentablemente el oro no contribuía en nada al despegue del avión y hubo que desecharlo.
Esperamos ver un día, a esta singular embarcación, History Supreme, atracada en Puerto Banús, para satisfacer la curiosidad de todos nosotros por esta pieza única. No cabe duda, que tras miles de años de existencia, hay algo que pervive, soñamos con el lujo que se sigue vistiendo de tonos dorados, de destellos brillantes y de caricias de seda. Para muchos seguirá siendo un sueño, pero sólo unos pocos podrán alcanzarlo.