Conoce el lago turquesa de Egipto

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Aunque las aguas cristalinas y transparentes abundan en la zona del Caribe, lo cierto es que en el mar Rojo también encontramos destinos que cuentan con ese color que parece una extensión del propio cielo y eso pasa en el lago Al Nayzak, en Egipto.

Egipto es un lugar mágico, de esos destinos que te transportan en el tiempo y te cambian la visión del mundo. Te enseñan que la vida en el Antiguo Egipto era una civilización muy similar a la nuestra tras el paso de los siglos. Que las culturas y la gastronomía cambian al cruzar las fronteras y que en un mismo país podemos encontrar desde aguas turquesas hasta el mayor legado faraónico. Porque así es Egipto, un país que sorprende a quienes lo van descubriendo.

El espectacular lago es Al Nayzak. No es conocido por el turismo general, pero sí está muy valorado por aquellos amantes del agua y de las zonas poco habitadas o escondidas de la civilización. Un paraíso oculto a orillas del mar Rojo con forma de ojo y con un turquesa que proviene de las corrientes del mar que le otorgan la sensación de estar en una playa caribeña.

A 8 kilómetros al sur de Marsa Alam y a 20 minutos de Port Ghalib, se encuentra el lago Al Nayzak. En torno a él se cuenta una leyenda inventada por aquellos que vivían cerca del lago para explicar el porqué de ese color tan llamativo. Para ellos, su forma tan peculiar se debe a un meteorito que golpeó la costa dejando como resultado esa apariencia tan especial. Sin embargo, geólogos reconocidos han descartado esta teoría.

La tranquilidad del desierto

Al Nayzak es una piscina natural en la que poder nadar y bucear con la tranquilidad que da la naturaleza en Egipto. Se encuentra cerca de los arrecifes que se forman en las profundidades del mar Rojo y es el lugar ideal para desconectar del día a día. Si se tiene la oportunidad de pasar la noche es recomendable hacerlo.

Cuando cae el sol, en la orilla del mar Rojo se puede disfrutar de un cielo abierto y sin contaminación lumínica que deja todo el universo abierto ante los ojos de quien lo observa. Con tan solo una pequeña hoguera nos basta para conocer las estrellas y, si tenemos suerte, poder ver una impresionante lluvia de estrellas.

 

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